Xavier Montsalvatge 1989
25/01/2017

La voz de la elegancia

2 min
La voz de la elegancia

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsHa sido un indudable acierto de Ibercàmera el asumir el homenaje tributado a Victoria de los Ángeles en el 45 aniversario de su actividad artística, incluyendo entre sus conciertos extraordinarios el de la ilustre cantante catalana. Se celebró en el Palau donde parecía flotar toda la maravillosa historia de Victoria desde su presentación para el público de la desaparecida Cultura Musical, concretamente el 19 de mayo de l944. Un grupo de generosos melómanos habían patrocinado sus estudios, y la formación instrumental Ars Musicae, con la que había colaborado en una fase preparatoria, le acompañó en aquella ocasión. Fue el primer triunfo al que seguirían todos los demás en la sala de conciertos y en la escena. Tres años después ganaría el Gran Premio de Ginebra y a partir de entonces la carrera de la artista seguiría un impetuoso ritmo ascendente que la convirtió en la más musical, la más refinada y expresiva cantante del mundo. Todas estas cualidades las ha mantenido íntegras hasta el presente. Ellas han hecho que se manifestara el prodigio de su voz incomparable que con los años ha adquirido una sabia madurez. Tiempo atrás admirábamos en Victoria el prodigio técnico de su emisión vocal. Ahora esta cualidad la supera con la manifestación de su alma que parece entregar a cuantos tenemos la suerte de escucharla. El viernes, al aparecer Victoria en el estrado del Palau, fue recibida con una de las ovaciones más clamorosas y prolongadas que podían habérsele dedicado. Empezó el programa con seis deliciosas tonadas de los compositores barrocos, pasando al nacionalismo de cuatro Tonadillas, de Granados, y tres melodías de Falla. La segunda parte la dedicó a las canciones autóctonas armonizadas por García Morante y a cinco compositores catalanes de nuestra época: Mompou, Toldrà, Albéniz, Montsalvatge y Vives. Sería imposible opinar dónde la intérprete estuvo mejor porque su arte se adaptó con la misma naturalidad a cada obra recibida con desbordantes aplausos y exaltados bravos. […] Fueron los bises predilectos de Victoria: El cant dels ocells, la habanera de Carmen de Bizet, y Clavelitos. Todos salimos alegres del concierto por lo alegre que encontramos a Victoria. ¿Sería esta euforia que dio a su voz una claridad, una luminosidad excepcionales, la que le ha permitido forjar su gloria a lo largo de toda su vida?

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