Carlos Nadal 2009
10/11/2018

El siglo de la guerra total

2 min
El siglo de la guerra total

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsAraíz de la firma del tratado de Versalles, que en 1919 puso fin a la Gran Guerra (1914-1918), uno de sus principales protagonistas, el mariscal francés Foch, dijo que más que el establecimiento de la paz definitiva sería un armisticio para veinte años. Fue tan certera su anticipación que, precisamente en 1939, el 1 de septiembre, estallaba la Segunda Guerra Mundial. Las divisiones motorizadas alemanas entraban como una tromba imparable en Polonia mientras la aviación comenzaba un bombardeo sistemático del país invadido. Dos días después, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a la Alemania nazi. […] Comenzaba así la contienda bélica más mortífera, destructiva y de mayores proporciones de la historia. Lo que el historiador británico Eric Hobsbawm y otros han denominado la “guerra total”. ¿Se producía así, de pronto, sin precedentes, una contienda de tan insólita magnitud, la catástrofe mundial que causaría en seis años más de cincuenta millones de muertos? La profecía del mariscal Foch demuestra que no. Cuando terminó la Gran Guerra, veinte años antes, ya se tenía la conciencia de que aquel no había sido un episodio bélico al uso en la Europa de los siglos anteriores. En agosto de 1914 había comenzado la guerra moderna. En ella estaban implícitos todos los elementos que después habían de adquirir un desarrollo gigantesco en la guerra que Alemania comenzó con la invasión de Polonia. Por eso la que se conoció en su tiempo como Gran Guerra pasó a ser la Primera Guerra Mundial. Un nexo de continuidad unía a las dos guerras del siglo XX en una única tragedia. Por eso Hobsbawm escribe de 31 años de guerra como si los veinte de paz entre 1919 y 1939 hubieran sido sólo un intermedio de latente belicosidad. En todo caso, de 1914 a 1945 se configuraron una nueva Europa y un nuevo mundo, […] Fue tan penosa, tan desgarradora la Gran Guerra que a su término hubo dos tipos de reacciones. Por una parte, el convencimiento de que no podría repetirse. Era el “nunca más”. Pero, por otra, el temor de que pudiera tratarse de un anticipo de algo todavía peor. Churchill, en sus memorias de guerra, explica cómo, pasada la Gran Guerra, temía que su fin en 1918 fuera accidental y casi por casualidad. Y que le sucediera otro gran conflicto: una nueva y amplificada guerra de masas, tecnológicamente arrasadora, tanto en los frentes de combate como en la retaguardia, donde armas potentísimas podrían destruir ciudades enteras. Era una adivinación del futuro -Hiroshima y Nagasaki incluidas- inspirada en el terrible aviso de lo que había sido la Gran Guerra de 1914 a 1918. […]

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