ABANS D’ARA
Opinió 08/04/2021

Una traducción catalana de Baudelaire (1929)

MARIO VERDAGUER 1929
2 min
Una traducción catalana  de Baudelaire (1929)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsDe l’article de Màrius Verdaguer (Maó, 1885 - Barcelona, 1963) a La Vanguardia (1929), diari on va exercir la crítica literària per encàrrec d’Agustí Calvet Gaziel (Sant Feliu de Guíxols, 1887 - Barcelona, 1964) des del 1915 fins al 1940, quan va ser acomiadat. Avui és el bicentenari del naixement del poeta i assagista Charles Pierre Baudelaire (París, 1821-1867).

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Esa biblioteca Univers, cuya publicación ha iniciado la Llibreria Catalonia, viene a llenar indudablemente un vacío que se estaba notando en la república de las letras catalanas. […] No podemos dejar de reconocer el valor cultural de esta suerte de publicaciones, hoy tan en boga, sobre todo en Alemania, y que tanto contribuyen a depurar el gusto, ensanchar el horizonte y refinar a nuestro público catalán, cada día más aficionado a las buenas lecturas. En esta biblioteca no podía faltar, como es lógico, una representación literaria del gran poeta francés Carlos Baudelaire; a ella han sido llevados, con gran acierto, los Petits poemes en prosa, una de sus obras más características, más llenas de refinamiento, de color de escuela, y que el notable literato y crítico A. Esclasans ha vertido de un modo realmente perfecto a la lengua catalana, venciendo las innumerables dificultades de matiz que la obra original presenta, y conservando, dentro de la medida de lo posible, el sabor y el estilo característicos del poeta. Es una traducción digna de la pequeña obra maestra bodeleriana. La honradez y buen gusto con que está hecha la traducción merece un aplauso. […] La soledad espiritual de Baudelaire es inconmensurable; no está ligado a nosotros por el amor, ni por la ternura, ni por el ideal. Es un palacio vacío que visitamos en nuestras peregrinaciones literarias. Las flores del mal, cuando se leen a los diecisiete años, tienen un atractivo misterioso y extraño; pero ese halo que flota en torno de los poemas está hecho de retórica. Cuando se le contempla con atención, el misterio desaparece y se descubre el secreto. Baudelaire ejerce el atractivo malsano del vicio; no es, sin embargo, un producto espontáneo; las tortuosidades de su alma, su gesto hacia el libertinaje son hijos del alma de París. Baudelaire se envuelve en el vicio parisino, es en el fango donde se nutren sus raíces; es la ciudad impúdica la que llena su corazón y le pintarrajea la cara. Es el instinto tortuoso, no el ideal limpio y claro. […] La prosa de Baudelaire obedece también a las estrechas normas de su estética. Su magnífico estilo nos impresiona; pero esa impresión se traduce en nosotros en un movimiento de piedad hacia la miseria espiritual del hombre, hacia sus sufrimientos íntimos, hacia todo lo amargo que se esconde debajo de su “pose”. […] Tuvo siempre Baudelaire la intención de “epatar”, de ser satánico, de obtener una originalidad diabólica. […] Baudelaire era el gran poeta encadenado a la materia; sus palabras son magníficas, pero no su espíritu. En él palpitaba ya el simbolismo moderno. […] En Baudelaire se rompe la última cuerda del harpa romántica. Al lado de las más altas verdades, de los más nobles dolores, ha puesto por la primera vez en la poesía, como una disonancia, el elemento de lo repulsivo. Baudelaire asesinó a Racine y meció con la canción de sus versos maravillosos y embrujadores la cuna de Zola.

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